A todas esas gentes sin nombre, que no habitan antologías, que no han pertenecido a ninguna corriente o, al menos para ellos, pasó desapercibido.
A todos los hombres y mujeres que en una u otra disciplina hoy los conocemos como huérfanos de fama y como toda gloria reciben el común y humilde apodo de Anónimos, mi más entregado y del mismo modo, anónimo homenaje.
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